Cuando se pinte el último cuadro de la tierra,
y los tubos estén resecos y torcidos,
cuando los colores más viejos, desleídos
y haya muerto el crítico más joven,
descansaremos, -y sin duda lo necesitaremos-
reposaremos un par de milenios,
hasta que el Amo de los Buenos Artesanos
nos ponga a trabajar de nuevo.
Y los que fueron buenos serán felices,
se sentarán en una silla de oro.
Cubrirán un lienzo de diez leguas
con pinceladas de cabello de cometas,
encontrarán genuinos santos que copiar,
Magdalena, Pedro, Pablo.
¡Trabajarán siglos de una sentada
y jamás se cansarán!
Y sólo el Amo nos alabará, y sólo
el Amo echará culpas,
y nadie trabajará por dinero, y nadie trabajará por la fama;
sino por la alegría del trabajo, y cada cual,
en su propia estrella,
dibujará la Cosa tal como la ve, para el Dios
de las Cosas tal como Son.
© Rudyard Kipling
La inhabilidad de tolerar el espacio vacío limita la cantidad de espacio disponible. W.R. Bion, “cogitations”
Presentación
La que habita La Casa. La que conoce el gong de la séptima puerta. La que ha prometido no traficar con las leyes de la sabiduría. La que se ha incorporado al espíritu de las cosas. La que vislumbra el desenlace del ser en el paisaje. La que purifica con el fuego que desciende de la más secreta arquitectura. La que tiene dominio sobre los elementos, las formas, la luz. La que nos participa de un trabajo interior.
Cuánta soledad, cuánto misterio irrumpen en la ofrenda.
Vicente Zito Lema
(texto escrito por el poeta Vicente Zito Lema para el catálogo de mi primera muestra)
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